Texto: Juliana Builes Aristizábal y Natalia Bedoya Alcaraz

Fotografías: Nataly Ortiz

La articulación de múltiples procesos sociales es clave para diversificar las voces que hoy se están cuestionando el modelo mineroenergético y la construcción de paz en el país de cara a la Tercera Asamblea Nacional por la Paz, convocada por la Unión Sindical Obrera (USO) este 2024. El 26 y 27 de julio, en Medellín se reunieron alrededor de 100 personas de diferentes sectores de Antioquia, Chocó y Caldas en el séptimo taller preparatorio, de los quince que se realizarán antes de la gran Asamblea Nacional en Bogotá en el mes de noviembre.

En el emblemático Hotel Nutibara, en el centro de la ciudad, por donde pasaron Gaitán, Zubeldía y hasta Pelé, se escucharon las exigencias de los movimientos campesinos, mujeres, indígenas, LGBTIQ+, juventudes, personas en condición de discapacidad, venteros ambulantes y distintas organizaciones de economías populares. El enfoque inclusivo de la participación fue uno de los factores determinantes que nutrió las conversaciones que abordaron la paz, los derechos humanos y la transición energética en contextos urbanos y rurales.

Para Nilton Fabian Henao Aguirre, presidente de la subdirectiva Medellín de la USO, aunque esta ciudad no es una zona de exploración ni explotación petrolera, las voces que aquí confluyen sí viven el impacto del modelo mineroenergético. “Esta es una invitación abierta, plural y diversa, es decir, no debemos tener en cuenta sólo a los trabajadores, sino a todos esos movimientos que en la ciudad son tan fuertes, pues enriquece el debate y los argumentos que vamos a llevar a la asamblea de Bogotá”. Además, agrega que “como la idea es la construcción de la matriz mineroenergética y ambiental del país, todos debemos entender qué es la transición energética justa que se está promoviendo”.

Entre las personas que alzaron su voz en el Nutibara estuvo Arles José Catan Bailarín, miembro del pueblo Embera Eyavida y del colectivo Cajaica Cuerpo de Espíritus Diversos, quien durante este evento conoció en qué consistía eso de la transición energética y expuso las necesidades de su comunidad: “Hay que procurar que estas convocatorias de participación se hagan en los territorios indígenas, pero también es muy importante que se tenga en cuenta el tema de la intersectorialidad que existe en las comunidades. Todos los territorios son diferentes y tienen necesidades propias”, afirmó.

Arles también expresó que un reto importante es que estos espacios se articulen dentro de cada territorio, es decir, que no se centralicen en las ciudades, sino que lleguen hasta cada comunidad. “Para mí es muy complicado explicarle esto a las 1.500 personas que están en mi pueblo en Chigorodó. Sería importante que, de alguna forma, se empiecen a visitar las comunidades”, expresó.

En cuanto al colectivo LGBTIQ+ al que pertenece, Arles José Catan cuenta que en materia de derechos humanos, las cosas solo parecen estar en el papel, pues varias de las mujeres trans todavía son estigmatizadas y ninguna de las treinta y dos personas que pertenecen a Cajaica Cuerpo de Espíritus Diversos ha podido llegar a un cargo público. Además, todavía tienen problemas para acceder a la educación y al trabajo digno.

Por otro lado, Juan Camilo Pérez Zapata, miembro de la Red de Juventudes de Tarazá, comparte esta postura. Para él lo ideal sería que más jóvenes de su comunidad pudieran acceder a información como esta, sobre todo porque les interesa promover el cuidado de sus fuentes hídricas y buscar otro tipo de actividades económicas distintas a las extractivistas.

De manera articulada nos gustaría que formen a nuestros jóvenes en temas mineroenergéticos y así buscar alternativas de empoderamiento económico sostenible y amigable con el medio ambiente, ya que nuestra principal fuente económica sigue siendo la minería”.

Los obstáculos en este municipio del Bajo Cauca, según él, son la poca conectividad para enterarse de este tipo de eventos formativos y de debate, aunque aún más grave es la ausencia de la institucionalidad al momento de buscar soluciones para las comunidades mineras, lo que ha llevado a que los líderes y lideresas desconfíen y finalmente no atiendan al llamado de participación.

También, como voz diversa del contexto urbano, Abraham Rodríguez, representante de la población en condición de discapacidad visual ante el Comité Comunal y Corregimental de Inclusión del distrito de Medellín, hizo un llamado a pensarse la participación inclusiva más allá de una invitación, porque ni la paz ni el cuidado medioambiental son temas ajenos a las personas en condición de discapacidad, que están cansadas de que se les excluya.

Él señala, por ejemplo, que en Medellín “aunque hay una secretaría de inclusión social, los derechos se vulneran mucho. Tanto en el acompañamiento como en las rutas de atención, apoyos, educación y acceso al trabajo”. Hace énfasis en este último diciendo que es uno de los más vulnerados porque las empresas, aunque se les concientiza sobre la necesidad de emplear a la población en condición de discapacidad, lo que hacen es tomar esa información y omitirla, cuando en realidad ellos tienen todas las capacidades para afrontar esa y muchas otras situaciones.

Además, respecto a la asistencia a encuentros como este taller, plantea que, por lo general, sí hay dificultades para que la población que representa pueda exponer sus palabras; estas están asociadas a la accesibilidad a los espacios o al tipo de información que se comparte, porque poco se piensa en adaptar el audio o la iluminación a sus necesidades.

Finalmente, Sara Sánchez, miembro de la Red 5 Castilla y Red de Organizaciones por la Seguridad Humana, también habló de la importancia de entender la participación femenina como algo más allá de invitar a las mujeres a escuchar, sino más bien, empezar apostarle a la construcción de espacios en los que ellas puedan participar concretamente en la toma de decisiones: “Que las mujeres puedan tomar decisiones nos da un foco diferente a lo que puede ser lo tradicional, porque donde las mujeres están liderando los procesos suelen ser efectivos. Son poderosos, tienen impacto”.

El contraste de todos estos puntos de vista le da pistas a la USO en su búsqueda por enriquecer el debate sobre la transición minero energética, los derechos humanos y la paz en esta región, donde las comunidades son ampliamente diversas, demuestran su interés y expresan necesidades concretas que deben atenderse para garantizar y enriquecer la conversación.
 

 

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