Por: Juliana Builes Aristizábal
Fotos: Estefanía Romero y Antonia Bedoya
Hace dos semanas, cerca de 250 personas alzaron su voz en Cúcuta, capital de Norte de Santander, mientras participaban en el primero de los cinco encuentros regionales a desarrollar este año, en el marco de la 3ª Asamblea Nacional por la Paz, convocada por la Unión Sindical Obrera (USO). Las organizaciones campesinas compartieron sus visiones sobre territorio, soberanía, autodeterminación y paz, que convergen y se materializan en los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM).
Uno de estos campesinos es Ismael López, quien llegó del Catatumbo y pertenece al Comité de Integración Social del Catatumbo (CISCA), un proceso social que nació hace 20 años en la región fronteriza. “Nuestra política defiende la naturaleza, los derechos humanos, el territorio y propone un proyecto de economía alternativa en la región. Los Territorios Campesinos Agroalimentarios son una forma de apego a la tierra, una manera de defender la naturaleza, el agua, la selva y promover el desarrollo de una agricultura orgánica. Además, es una propuesta alternativa al monocultivo, pues debe ser una agricultura diversificada en la que el campesino o parcelero tenga su propia comida en la finca y no tenga que ir al supermercado a comprar productos que él mismo puede producir”, afirma.
Para los campesinos del Catatumbo, su camino ha estado marcado por la resistencia, no solo contra los grupos armados que históricamente han estado presentes en la región y han plantado grandes extensiones de tierra con coca, sino también contra las grandes empresas transnacionales que han llegado al territorio a extraer los recursos naturales e imponer otro monocultivo, como el de la palma de cera.
Ismael López, líder campesino del Comité de Integración Social del Catatumbo (CISCA)Los TECAM son una respuesta organizada a los derechos que, en virtud del “desarrollo”, han despojado a los campesinos de sus propias autodeterminaciones. Esta propuesta no es solo una forma de producción, es una propuesta de vida que organiza el territorio para que el campesino, como sujeto social y político, pueda permanecer en su hogar y desarrollarse a través de una vida digna.
“Hoy, aunque ya somos sujetos de derechos como campesinos, no tenemos garantías. La situación económica ha empeorado con el tema de la coca. No tenemos tierras propias para cultivar, ni vías terciarias por donde sacar nuestros productos. Queremos superar todo esto con la propuesta de los TECAM”, cuenta Edwin Gerardo Bayos, dinamizador de derechos humanos del Festival del Río, otro proceso campesino que se sitúa en la región del Catatumbo, y nació en 2005 con la convicción de defender el territorio, la vida y los derechos humanos.
En este momento, estos dos procesos sociales le están apostando a la generación de biofábricas para producir bioabonos y empezar a reemplazar los agroquímicos que han estado presentes durante décadas en el campo colombiano. Además, la recuperación de semillas ancestrales ha sido uno de los puntos más importantes, pues estas son claves para la seguridad y soberanía alimentaria, no solo de los campesinos, sino de todo el país.
Para Ismael y Edwin, estos espacios de conversación alrededor de la formación de paz son importantes para la articulación de los campesinos de la región nororiental del país. “Todos debemos jalar para el mismo lado, hablar el mismo lenguaje, para que esta propuesta unificada de los TECAM pueda tener efecto en la paz”, expresa Ismael. Además, Edwin agrega que “estas propuestas que se unen acá son muy importantes para nosotros. Yo, como representante de mi proceso, debo llevarlas al territorio para que todos estemos en unidad y caminemos hacia la paz”.
Los TECAM
En 2013, el Paro Nacional Agrario movilizó a miles de campesinos que se manifestaron contra la nueva apertura neoliberal del gobierno de Juan Manuel Santos. Ese año, el presidente y su bancada decidieron firmar tratados de libre comercio con diferentes países alrededor del mundo. La efervescencia de la lucha estuvo presente durante 25 días en diferentes puntos del país. El gobierno adoptó políticas agrarias contrarias a los intereses de los pequeños y medianos productores, pero favorables a las grandes empresas de agronegocios.
Después de este gran despliegue, y una serie de negociaciones, el Coordinador Nacional Agrario (CNA) convocó la 4ta Asamblea Nacional de la organización campesina, compuesta por mujeres y hombres pescadores, agromineros y trabajadores del campo, con presencia en 22 departamentos del país, agrupados en procesos regionales, departamentales y locales.
Ese año, campesinos de todo el país condensaron su visión de lo que es la Vida Digna en los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM). “Son áreas habitadas y organizadas por familias y comunidades campesinas, guiadas por un Plan de Vida Digna Campesino. En estos territorios, las relaciones con la tierra, la naturaleza y el agua son especiales, y se desarrollan actividades como la agricultura, ganadería, pesca, silvicultura y pequeña minería. Los productos generados, como maíz, plátano, papa, yuca y pescado, son utilizados para el consumo propio y también comercializados en mercados locales y urbanos”, explica la Cartilla de Territorios Campesinos Agroalimentarios publicada en 2015 por el Coordinador Nacional Agrario (CNA).
Los territorios agroalimentarios pueden ser establecidos en áreas que incluyan una vereda, un conjunto de veredas, un municipio o varios municipios, e incluso municipios de distintos departamentos que compartan fronteras. Pueden declararse de hecho en cualquier región campesina del país donde exista una identidad con la propuesta y una organización campesina activa.
Tres años después, en 2016, se declaró el primer TECAM del país en San Pablo (Nariño), un proceso que continuó en el departamento de Arauca en municipios como Saravena, Arauquita y Tame. Durante los siguientes años, varios retoños fueron brotando en diferentes partes del país. “En 2020, en un ejercicio colaborativo entre el Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali y el Coordinador Nacional Agrario, se cartografiaron un poco más de 50 TECAM en el país. Vale la pena remarcar que la anterior cartografía es un estado de la cuestión a 2020, y que el CNA en 2024 manifiesta haber identificado alrededor de 100 iniciativas de TECAM, las cuales se desarrollan en distintos departamentos”, según el Observatorio de Tierras.
TECAM a nivel nacional (2020). Tomado de Observatorio de Tierras.
Hoy Ismael y Edwin siguen luchando para que esta propuesta converja con una reforma agraria nacional, integral y popular. La integración de la visión de nación de los grupos históricamente marginados y excluidos, ha aportado a la construcción de una narrativa diferente, que incluso ha cambiado la forma como los propios colombianos nos percibimos y entendemos el Estado-nación. Un ejemplo claro han sido las luchas encabezadas por los pueblos indígenas y negros del país.
Hasta el momento, las iniciativas de TECAM se han basado en la autonomía y legitimidad otorgadas por el campesinado, sin apoyo de instrumentos jurídicos que los reconozcan directamente. Sin embargo, la labor del Coordinador Nacional Agrario contribuyó a la expedición del acto legislativo 01 de 2023, que reconoce al campesinado como sujeto de derechos y de especial protección constitucional; y a que en el Plan Nacional de Desarrollo se integrara el artículo 359 de la Ley 2294 de 2023, cuyo propósito es el “reconocimiento, apoyo y fortalecimiento de las territorialidades campesinas”.
Ahora, el camino sigue siendo lleno de piedras para los campesinos de este país. En medio de una crisis humanitaria por la avanzada del paramilitarismo en diferentes zonas, ellos siguen resistiendo de la mano de sus apuestas por la autonomía, la soberanía y la identidad de un pueblo que simplemente quiere vivir en tranquilidad. La paz no se logra solo silenciando los fusiles, sino también apoyando al campesino y al pueblo. La paz se construye con garantías económicas, sociales y de permanencia en los territorios; sin esto, no podemos hablar de verdadera paz.